Sergio del Molino es un escritor y periodista cuyo último libro se titula “La piel”. En el hace una fotografía de la enfermedad que padece, la psoriasis, enfermedad que sufren mas de un millón de personas y que el propio autor determina que le ha condicionado su carácter.
Mas allá de la literatura, excelente prosa, y su magnífico viaje sobre personajes famosos que también padecieron psoriasis, Stalin, Cyndi Lauper, Nabokov o Escobar por citar algunos, me quedo con sus reflexiones así como la descripción de su paso por el hospital desde el diagnóstico al tratamiento que refleja lo que el paciente siente y que pocas veces intuimos los que estamos al otro lado con la bata.
Fragmentos:
“He pasado por rayos, analíticas, vacunaciones y electrocardiogramas. Pero, sobre todo, por la humillación mas vieja de la historia de la medicina: la exploración diagnóstica. Desnudo en medio de la consulta, las manos enguantadas de la doctora miden las lesiones de cada parte del cuerpo. Primero la cabeza, luego las extremidades superiores y el tronco.. Luego, las piernas y los pies. Al fin, glúteos y genitales…”
“Vamos a empezar hoy mismo el biológico (tratamiento hospitalario), me explica la doctora quitándose los guantes, y pienso que menos mal que se que es el biológico, porque no parece dispuesta a explicarme gran cosa. La aprecio mucho, pero es una médica old school y su tiempo no está para perderlo en explicaciones que la mayoría de los pacientes ni quiere ni puede entender, por mas que muchos enfermos crónicos están tan al día de la literatura de su enfermedad como los especialistas que los tratan.”
“Un poco aturdido, sin creerme aún que asisto al primer día de mi posible curación, camino al edificio contiguo y busco la farmacia, que es una habitación moderna y luminosa muy distinta al resto del hospital, construido hace cincuenta años con la moda funcional y displicente de hace cincuenta años. La farmacia, en cambio, tiene una sala de espera agradable y limpia, con sillas cómodas y un sistema de turnos y de puertas cerradas que respeta la intimidad de cada paciente e impide de que los demás se enteren de que medicamento va a retirar. La farmacéutica me da la enhorabuena por empezar el tratamiento y habla de la revolución de los biológicos. Me explica que son células vivas diseñadas en laboratorio, por lo que debo guardarlas en la nevera, y me pregunta si estoy al día con las vacunas.
Verá que bien, me dice, y es la primera vez que alguien con la bata blanca me anima y me felicita.
Me da dos cajas para dos meses y me cita para ir a recoger mas cuando se acaben.
Pues no, la profesionalidad no es incompatible con el cariño, pienso mientras salgo con mis dos cajas y llamo a Cris por teléfono, emocionado.”
“Me falta el último trámite, subo al hospital de día….Tengo que preguntar por María Jesus…
Maria Jesus me lleva a su consulta y me vuelve a dar la enhorabuena por empezar el tratamiento, como si me acabara de casar, rellena una ficha con mis datos y me da la bienvenida a su hospital de día, que también es mi casa. Me da su teléfono al que puedo llamar de ocho a tres con cualquier duda, e insiste en que puedo presentarme en su consulta cuando quiera para preguntarle lo que surja, aunque me parezcan tonterías, que nunca me quede con dudas o con angustias.
Estoy a punto de levantarme y abrazarla, pero me comporto…”
La piel. Sergio del Molino. Editorial Alfaguara.. 2020
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