domingo, 29 de abril de 2018

La lucha de los medicamentos “antiguos”

Hoy en día, cuando metemos en una coctelera medicamentos, costes, comercio y acceso, casi siempre nos sale el mismo resultado, los medicamentos biológicos y su adlátere los biosimilares.

Sin embargo alguna que otra batalla se está librando con medicamentos que llevan mucho tiempo entre nosotros, han perdido la patente y dejan de ser rentables para los laboratorios. Es habitual ver como principios activos que comercializaban muchos laboratorios de repente quedan reducidos a un solo laboratorio. En el “mejor” de los casos se soluciona con una retirada del descuento inicial del medicamento prácticamente en monopolio. En el peor de los casos surgen desabastecimientos y los consiguientes problemas de disponibilidad. En algunos casos hay que recurrir a medicación extranjera, en otros casos a alternativas terapéuticas y casi todas las soluciones tienen de nuevo un aumento de coste en el proceso para el hospital.

Al parecer esta guerra con los medicamentos “antiguos” es mundial y hace unos meses se hacía eco de la noticia el New York Times. Al parecer los hospitales estadounidenses sufren desabastecimientos que se suelen resolver con un incremento de costes en los mismos. Evidentemente allí las reglas del juego parecen diferentes, los hospitales aumentan el coste que el paciente directamente paga de su bolsillo (igual que aquí, pero el efecto de pagarlo con impuestos a pagarlo directamente cambia sustancialmente).

Una de las soluciones que se plantean los americanos es ponerse de acuerdo múltiples hospitales para formar su propia “compañía farmacéutica” y hacer frente a los altos precios que están sufriendo estos medicamentos “antiguos”, evidentemente, algo imposible por aquí.

En cualquier caso un problema que en países como el nuestro, donde la sanidad es “universal y gratuita”, debe mantener los ojos abiertos a las agencias reguladoras y sobre todo no permitir los desabastecimientos de medicamentos esenciales como extorsión comercial.

lunes, 9 de abril de 2018

¿Quieres saber cuánto vas a vivir?

Las aplicaciones de la tecnología y la salud empiezan a ser infinitas. 

En el estudio "Extracting biological age from biomedical data through deep learning: Too much of a good thing? publicado recientemente en Nature se han relacionado biomarcadores digitales obtenidos de sensores portátiles con el envejecimiento. Se trata de utilizar inteligencia artificial y crear patrones que determinen el devenir clínico. Muchos parámetros fisiológicos demuestran estrechas correlaciones con la edad. La metilación del ADN o la expresión génica podrían usarse para construir "relojes biológicos" precisos para obtener la edad biológica individual y la tasa de estimación del envejecimiento. 

Los autores del estudio a raíz de los resultados del mismo desarrollaron una aplicación móvil (Gero Lifespan) que estima la esperanza de vida de cada individuo, ahí es nada...

Merece la pena echarle un vistazo al estudio y comprobar que empieza a ser posible aquello que solo imaginamos en películas de ciencia ficción.

miércoles, 4 de abril de 2018

Los medicamentos también son arte


Linton Meagher, es un médico y artista que pone la medicina directamente en su arte mediante la utilización de objetos como medicamentos, escalpelos e incluso implantes mamarios de silicona como medio de creación. 

Su trabajo es hermoso y fluido desde lejos, pero de cerca es difícil no estremecerse ante los cientos de filos de bisturís o comprimidos que componen su lienzo. 

Lex artis. 

Más información en lintonmeagher.com

lunes, 2 de abril de 2018

Programa de optimización de antibióticos: réquiem por un sueño.

¿Por qué no se apuesta por proyectos que funcionan a nivel hospitalario?. Después de muchos años en esto sigo sin tener una respuesta clara, pero sigue pasando. La impresión es la de siempre, énfasis por gestionar lo que se “vende” políticamente y desconocimiento del mundo hospitalario, en donde parece que lo único que interesa es la sempiterna lista de espera quirúrgica. 

El enésimo fracaso que sufrimos por aquí es el “programa de optimización de antibióticos – PROA” que tan buenos resultados estaba dando en nuestro hospital y del que formaba parte activa mi servicio. 

Muere por inanición, por falta de inversión institucional. Es de las pocas veces que he visto que un programa recibe por parte del resto de servicios clínicos cartas de apoyo para evitar que no se cierre. 

Y la verdad lo puedo sentir por la pérdida de calidad en la prescripción de antibióticos, por los pacientes o por la “ecología microbiana” del hospital. Pero sobre todo lo siento por el magnífico equipo que se formó, coordinado, comprometido y motivado. Y a estas alturas puedo decir que eso es lo más difícil en estos tiempos. 

Espero que la situación se reconduzca pero, hoy por hoy, la cosa pinta mal y el proyecto PROA muere (de éxito) en Cáceres, aunque parezca mentira.

PD: Este post lo escribí hace mas o menos un mes y lo quise dejar "macerar", imagino que esperando una solución al respecto. Pasado el tiempo todo sigue igual. Ahora que vuelvo a ver aumentar el consumo general de antibióticos en el hospital (sobre todo los de amplio espectro), vuelvo a ver tratamientos con meropenem de mas de 20 días, duplicidades de antibióticos,  por poner algunos ejemplos, y el hospital se vuelve a sumergir en la mala utilización de antibióticos que nos antecede, puedo casi certificar la muerte del PROA.
D.E.P.
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