Los incentivos en los profesionales sanitarios es un tema que suele dar mucho juego. Por aquí (Servicio Extremeño de Salud) se vuelven a plantear después de unos años sin nada, aunque con una letra pequeña que deja mucha incertidumbre: “serán incentivos no económicos”.
Este es un tema bastante polémico, están los que dicen que no son necesarios incentivos mas allá del sueldo y los que opinan que si. Los que dicen que estos no tienen porque ser económicos, los que hablan de facilitar la formación, aumentar el confort en el trabajo y alguna que otra fórmula más.
Recientemente leía un artículo sobre los incentivos en las organizaciones. En resumen estos tienen mucha importancia. El comportamiento que vemos normalmente es el resultado de incentivos que no vemos y el comportamiento que se recompensa es el que se suele obtener. Sin embargo crear sistemas efectivos de incentivos es complicado. Deben ser claros y fáciles de comprender. Ofrecer un feedback lo más inmediato posible (la naturaleza humana funciona mejor con recompensas inmediatas que con las diferidas. La productividad recompensada semanalmente es más eficaz que la anual, por ejemplo.). Deben ser justos para que todos los profesionales “remen” en el mismo sentido y luchen por alcanzar los mismos objetivos. Todos tienen que estar sometidos al mismo plan. Todo un reto en el mundo sanitario.
En las últimas semanas se ha publicado en Escocia un estudio donde se asocia una mejor prescripción en atención primaria asociada, entre otras cosas, a incentivos económicos (Safer prescribing a trial of education, informatics and financial incentives). Y hemos leído como el NHS de Inglaterra dará incentivos económicos a partir de abril de 2016 a médicos de atención primaria y hospital para que reduzcan la prescripción de antibióticos y así luchar contra el creciente problema de la resistencia a antibióticos.
Hay quien lo tiene claro.