jueves, 2 de febrero de 2012

Me limito a prescribir lo que el Ministerio aprueba


Huelva - Foto Instagram

En una conversación distendida con un jefe de servicio de mi hospital comentábamos el eterno problema del gasto farmacéutico. La aparición de nuevas moléculas a precios desorbitados y la situación, según se están poniendo las cosas, prácticamente inasumible para el sistema nacional de salud.
Este tipo de conversaciones ya la he mantenido muchas veces con diferentes interlocutores, suele ser una conversación oscilante, que si hemos aumentado mucho la supervivencia, que si esos precios no deberían ser tolerados por las agencias reguladoras…incluso es inevitable derivar a algún que otro despilfarro político y acordarnos de la madre que lo parió, como aquel que dice.
Es también común ver la paja en el ojo ajeno y acordarnos casi siempre de los Servicios Clínicos vecinos, o no tan cercanos:”pues me han contado que en este hospital se ha aprobado “no sé qué” sin restricción alguna…” Al final, por alusiones, la conversación suele tornar al Servicio presente y quieras o no se acaba tensando un poco la cuerda. Pero ni él ni yo nos hemos olvidado que no estamos en ninguna Comisión ni nada que se le parezca, estamos en conversación distendida y además nadie nos oye. Es entonces cuando aparece esa sensación de estar entre las cuerdas e intentando tirar balones fuera, aparece uno de los finales más típicos y a su vez más contundentes:
“La verdad es que yo me limito a prescribir lo que el Ministerio aprueba, si no quieren que lo usemos que no lo aprueben”
Y en este punto se suele acabar la conversación, aparece un largo silencio y mis ojos dicen “y ahora qué coño digo yo...”

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