El que la participación en ensayos clínicos pueda aportar cierto reconocimiento investigador a un centro quizás no sea cuestionable. ¿Pero que pasa desde el punto de vista de la eficiencia?
Cuando era residente, ya ha llovido desde entonces, teníamos la idea de que los ensayos clínicos eran un modo de introducir en el hospital medicamentos “por la puerta de atrás”. Es decir, los pacientes que estaban en ensayo clínico con un nuevo medicamento, una vez acabase este iban a seguir con él, independiente de la evaluación de la Comisión de Farmacia al respecto. Se debía abordar cada caso con sumo cuidado y responsabilidad en este sentido.
De unos años para atrás, ya en plena crisis económica y donde la palabra ahorro está en boca de todos, ocurre lo contrario. Los diferentes servicios presentan la participación de ensayos clínicos como una medida de ahorro importante en su servicio. Evidentemente la industria se ha subido a este carro. Para los que no estéis habituados al tema os diré que durante la duración del ensayo el laboratorio facilita el medicamento en cuestión de forma gratuita al hospital, de ahí el supuesto ahorro. Hemos pasado al otro extremo, gerentes de hospital están deseando participar en ensayos y se habla del tema casi con cierto altruismo. (Hay que recordar que el laboratorio en cuestión gratifica, en muchos casos sustanciosamente, a los investigadores principales, el tema tiene poco de "altruista").
Puestas todas las cartas sobre la mesa y aunque el escenario económico haya cambiado en la última década, entiendo que si queremos ver un lado de eficiencia en los hospitales sería siempre el mismo. Hay muchos factores que considerar, pero ante esta “moda” de ahorro investigador, habría que hacerse esta pregunta:
¿Los ensayos clínicos suponen un verdadero ahorro para el hospital?
Me temo que según quien hable encontraremos una respuesta u otra, aunque hay muchos gestores que hoy en día parece que lo tienen muy claro.
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