En las últimas semanas hemos leído la intención, ya era hora, de realizar una tarjeta sanitaria única. Imagino que el siguiente paso, mucho más complicado, será una historia clínica única para el Sistema Nacional de Salud que se pueda consultar en cualquier punto. Parece fácil de decir, pero es un auténtico reto según está montado el tema autonómico.
Todo esto me ha hecho retroceder un poco y recordar la autentica revolución de hace un año o dos del cloud computing. Parecía que este servicio venía para revolucionar la gestión de recursos. Es verdad que quien más y quien menos ya lo utiliza particularmente. Sus posibilidades son inmensas a nivel particular, disponer de todo tipo de información almacenada en “la nube” y disponer de ella cuando quieras, donde quieras y desde el dispositivo que sea.
Sin embargo en sanidad sigue teniendo muchos detractores, sobre todo por el “sempiterno” problema de la posible falta de confidencialidad de datos y de más problemas. El beneficio sin embargo sería impresionante a primera vista, el acceder desde cualquier punto a datos clínicos lleva implícita la posibilidad de creación de redes sanitarias virtuales. Sería disponer de una historia médica desligada de una localización física determinada, quizás la verdadera historia clínica única. Y supondría acceder a ella desde un simple dispositivo móvil.
Hasta ahora en el sector público sanitario las experiencias se cuentan con los dedos de una mano y por ahora solo disponemos de experiencias privadas, IBM o SIEMENS están realizando proyectos en este sentido.
Después de la cantidad de dinero que la sanidad pública está “tirando” año a año en “tropecientos” programas informáticos de comunidades autónomas “exclusivos” y que no se entienden con el de al lado, a lo mejor sería el momento de cambiar el “chip”.
A lo mejor podríamos pasar en sanidad “de estar en las nubes” a pasar la información a la nube. Una nube segura, integrada y eficiente. A lo mejor, como en la tarjeta sanitaria, sería el momento de hacer las cosas para todos y no para unos pocos.
A estas alturas todavía hay quien no se ha dado o no se quiere dar cuenta.
Todo esto me ha hecho retroceder un poco y recordar la autentica revolución de hace un año o dos del cloud computing. Parecía que este servicio venía para revolucionar la gestión de recursos. Es verdad que quien más y quien menos ya lo utiliza particularmente. Sus posibilidades son inmensas a nivel particular, disponer de todo tipo de información almacenada en “la nube” y disponer de ella cuando quieras, donde quieras y desde el dispositivo que sea.
Sin embargo en sanidad sigue teniendo muchos detractores, sobre todo por el “sempiterno” problema de la posible falta de confidencialidad de datos y de más problemas. El beneficio sin embargo sería impresionante a primera vista, el acceder desde cualquier punto a datos clínicos lleva implícita la posibilidad de creación de redes sanitarias virtuales. Sería disponer de una historia médica desligada de una localización física determinada, quizás la verdadera historia clínica única. Y supondría acceder a ella desde un simple dispositivo móvil.
Hasta ahora en el sector público sanitario las experiencias se cuentan con los dedos de una mano y por ahora solo disponemos de experiencias privadas, IBM o SIEMENS están realizando proyectos en este sentido.
Después de la cantidad de dinero que la sanidad pública está “tirando” año a año en “tropecientos” programas informáticos de comunidades autónomas “exclusivos” y que no se entienden con el de al lado, a lo mejor sería el momento de cambiar el “chip”.
A lo mejor podríamos pasar en sanidad “de estar en las nubes” a pasar la información a la nube. Una nube segura, integrada y eficiente. A lo mejor, como en la tarjeta sanitaria, sería el momento de hacer las cosas para todos y no para unos pocos.
A estas alturas todavía hay quien no se ha dado o no se quiere dar cuenta.