Foto publicada por Mortisia |
La sanidad pública que tanto queremos muchos debe cambiar en
muchos aspectos, pero uno muy importante somos nosotros, los profesionales que
formamos parte de ella día a día. Nada nuevo sobre la mesa, pero últimamente llevo
días sufriendo varios “altercados”. Es verdad que en verano las plantillas se
reducen, el trabajo se intensifica a veces y surgen episodios tensos pero
realmente ¿perdemos el norte?.
Debemos fijarnos dos objetivos básicos, el primero por su
puesto el paciente. Se nos suele olvidar que todo este “chiringuito” llamado sanidad
es por ellos. El segundo, los compañeros que trabajan codo con codo con
nosotros, día a día.
Respecto al primero, independientemente de diagnosticar,
tratar, curar, paliar y de más características intrínsecas de un centro
sanitario, rara vez nos preguntamos ¿qué valoran los pacientes?. Lo sabemos hace tiempo y estudios recientes lo
ratifican una vez más, como el aparecido este mismo mes de julio en Journal of Medical InternetResearch (Long-Term Doctor-Patient Relationships: Patient Perspective From OnlineReviews). Los pacientes quieren profesionales con habilidades de
comunicación, que les escuchen, que contesten preguntas y que sean empáticos.
Fácil ¿verdad?
Respecto al segundo, es más personal, quizás cada cual tenga
su respuesta, pero de forma básica creo que se debe pedir una mínima relación
de respeto y cordialidad, aunque solo sea profesional. Fácil ¿verdad?
Son esas pequeñas cosas que muchas veces no valoramos, pero
que si lo hacen enormemente los pacientes. Y suele ser el eterno caballo de batalla
entre un centro sanitario privado y uno público. Nosotros (la sanidad pública)
seguiremos diciendo que tenemos los mejores equipos, tratamientos y
profesionales. Si, de eso vamos sobrados y está muy bien, pero un poco de autocrítica, nos falta algo.
Se puede llamar de muchos modos, yo lo voy a llamar “elegancia” y muchas veces
carecemos de ella en todos los sentidos.
Vosotros me entendéis.