Cartel irónico o no tan irónico visto en internet |
Un día de mierda en el trabajo, al fin y al cabo se queda en
eso. Lo malo es cuando últimamente se suceden estos días y sobre todo cuando
avanzar ya no depende de ti. Te das cuenta que estas a expensas de dos o tres
personas que se han cruzado en tu vida de manera casual y que tienen la varita
mágica para dar un pequeño empujón al servicio.
Dependes de su formación, de su
actitud y de su voluntad. Para más énfasis estas personas no supondrán nada en
tu vida profesional el día de mañana, pero hoy por hoy, mucho depende de ellos.
Son gajes de este mundillo sanitario en el que nos movemos. Para la gente que
nos apasiona y creemos en él, un mundillo que nos da mucho, pero también que nos
quita mucho, en todos los aspectos.
Entonces esperas y esperas, mientras ves toda la mierda que
se mueve por allí y por aquí. De repente te has convertido en un borde, cuando
nunca has sido un borde. Te has convertido en un intransigente, cuando nunca
has sido un intransigente. Te has convertido en un pesimista, cuando nunca has
sido pesimista. No haces más que criticar de manera destructiva, cuando justamente
siempre has criticado eso. En definitiva te conviertes en un verdadero gilipollas, cuando
nunca has sido un gilipollas.
Cuando pasa eso, y te aseguro que te das cuenta enseguida,
es hora de “resetearse”. Es hora de pensar que en este “circo” hay personas que
merecen la pena. Es hora de pensar porqué te metiste en esto y es hora de
pensar en el núcleo de este negocio: el paciente.
Justamente en ese momento es cuando dices, voy a seguir “dando
caña” y voy a seguir hasta el final.
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