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Son ya unos cuantos post, de un tiempo a esta parte, los que
he dedicado a la polémica instauración de la ampliación de la jornada laboral y
con este doy por concluido el tema. Después de un verano de muchas idas y
venidas al final todo se resolvió a partir del 1 de octubre con carta blanca
para todos los servicios. La planificación queda a expensas de estos y se
permiten los famosos 30 minutos más al día como opción válida. La premisa a
todo esto es que el Servicio debe presentar un 10% más de actividad como
consecuencia de la ampliación del horario. (Premisa que por lo menos se ha
dejado patente en sanidad, pero que me consta que en otras consejerías ni eso)
No hace falta decir, que esta medida que viene de Europa, y
seguramente en breve se vuelva a ampliar con las 40 horas semanales busca la
exitosa fórmula de “rendir más con el mismo personal”.
Sin embargo a estas alturas de película se me ocurre una
sencilla pregunta, antes de las famosas 37,5 horas semanales ¿éramos eficientes
los profesionales de, por ejemplo, mi hospital?. Y la siguiente, con la ampliación horaria, ¿realmente
hemos ganado eficiencia?. Son preguntas difíciles de contestar objetivamente,
sobre todo, cuando “por estos lares” lo de los indicadores de actividad fiables
y objetivos han brillado por su ausencia desde hace mucho tiempo.
Desde mi punto de vista, la respuesta es parcial, algunos
profesionales (o servicios) son eficientes y otros no. Y caemos en uno de los
grandes problemas, a todos se nos trata por igual independientemente de
resultados, por lo que al aplicar cualquier fórmula el resultado no será muy
diferente al inicial. Uno más uno seguirán siendo dos en algunos casos, uno en
otros, incluso cero en algunos otros, como hasta ahora.
En fin que todo sigue más o menos igual y se me antoja que
poca cosa va a cambiar por los pasillos del hospital en los próximos meses.
Parece, después de todo, que aquí no estaba la cuestión.
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