Pestañas

martes, 4 de octubre de 2011

El hospital más triste del mundo

Sala de espera del laboratorio
 Hospital Niño Jesús de Madrid
Os voy a hablar de uno, pero me refiero por extensión a todos los hospitales infantiles.
Ayer estuve en el Hospital Niño Jesús de Madrid por un asunto de mi hijo, y si, es verdad, trabajo en un hospital con pediatría, con neonatología y esas cosas, pero no dejan de impresionarme los hospitales infantiles.
Uno atraviesa los pasillos como si de un parque se tratase, multitud de carritos de niños, pequeños danzando de un lado para otro, pero no hay columpios, no hay tierra, no hay nubes, no hay sol…aunque algunas pinturas o posters de las paredes intenten disimularlo. Algunos niños deambulan ojerosos, de no dormir bien los últimos días, otros con vendas medio tapadas con el uniforme del colegio, como si de soldados se tratase. Otros, desgraciadamente, lo sienten como una prolongación de sus casas y aguardan disciplinadamente sentados a ser llamados a la consulta, que conocen de memoria. Se escuchan muchos llantos que salen de puertas cerradas, vigorosos, inocentes, a veces estremecedores.
Multitud de padres copan los pasillos, muchos han pedido unas horas en el trabajo y esperan nerviosos la tardanza de la consulta, encorbatados, no dejan de vigilar con un ojo a su hijo y con el otro la Blackberry o el iPhone, por si acaso. Entre medias caminan batas que intentan dar un aire más cercano con bolígrafos de colores o adornos con muñecos con el trabajo más difícil, distraer  o consolar al niño enfermo.
Allí todo parece normal, todo intenta disimularse, hasta en su directorio inicial aparecen: sala de juegos, teatro…pero a pesar de todo, a mi me parece el hospital más triste del mundo.
Nota: Agradecer a todo el personal del Hospital del Niño Jesús de Madrid su amabilidad y profesionalidad, desde la pediatra hasta el celador de información. Gracias, aunque espero no volver a veros en mucho tiempo, sé que esto último lo entenderéis.

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