La música es una de las mejores maneras de rememorar diferentes etapas de tu vida. Los discos y las canciones se antojan como marcapáginas en el libro de tu biografía y te revelan imágenes dignas del mejor álbum de fotos.
Uno de esos discos es “Nevermind” de Nirvana, ayer se cumplieron 20 años de su lanzamiento.
“Nervermind” fue uno de mis primeros vinilos (que aún conservo, por supuesto). Fue una época de descubrimiento artístico para mí, de descubrir grandes músicos, grandes bandas, escritores, pintores…fue la época de darles la tabarra a mis padres y hermana con la guitarra, y ensayar en el cuarto con un puñado de grandes amigos (en concreto tres). Tocar en jardines, fábricas y allí donde nos dejaban. Era el momento de ir guitarra al hombro y pensar que la música podía cambiar el mundo. Todos queríamos ser Kurt Cobain, Eddie Vedder o Chris Cornell y sentíamos Seattle muy cerca.
“Nervermind” fue uno de mis primeros vinilos (que aún conservo, por supuesto). Fue una época de descubrimiento artístico para mí, de descubrir grandes músicos, grandes bandas, escritores, pintores…fue la época de darles la tabarra a mis padres y hermana con la guitarra, y ensayar en el cuarto con un puñado de grandes amigos (en concreto tres). Tocar en jardines, fábricas y allí donde nos dejaban. Era el momento de ir guitarra al hombro y pensar que la música podía cambiar el mundo. Todos queríamos ser Kurt Cobain, Eddie Vedder o Chris Cornell y sentíamos Seattle muy cerca.
Nevermind es un disco redondo, de esos que no sobra ninguna canción. Sencillo pero increíblemente bueno, suena sincero, sin retoques, simplemente irrepetible. Finas melodías, canciones contundentes, parecía música fácil que cualquiera podía reproducir. (Cobain tocaba muchas de sus canciones solo con tres cuerdas de la guitarra). Nirvana, en su corta carrera, no volvió a sonar igual con aquel segundo album, ni siquiera ligeramente parecido en sus siguientes LPs.
Aunque suene tópico, me parece increíble que hayan pasado 20 años, Nevermind, junto a otros grandes discos de los que hablaré en otros posts, pusieron banda sonora a una etapa de sueños, descubrimiento, creación y utopía. El tiempo pasa, nosotros (los cuatro amigos que vibrábamos con la música) hemos seguido caminos muy diferentes, tenemos nuevos compromisos, nuevas obligaciones, nuevos senderos…pero creo que después de tanto tiempo, seguimos soñando por mejorar las cosas, por ideales utópicos y porque la música siga marcando las páginas de nuestra biografía.
Esas cosas, aunque no lo creamos, nunca cambian, son parte de nosotros.
Esas cosas, aunque no lo creamos, nunca cambian, son parte de nosotros.
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