Todos conocemos diferentes tipos de jefes, están los trabajadores, los que no hacen nada, los cabrones, los enrollados, los paternales, los impersonales, los tecnólogos, los arcaicos…esto es bastante subjetivo. Yo mismo, que hace unos nueve meses ejerzo de tal, puedo ser uno u otro tipo según a quién preguntéis de mi equipo, estoy seguro.
El caso es que se suele asociar a los jefes de servicio con personas bastante distantes y herméticas. Ayer justamente me llamaba uno de ellos, de esos míticos, de los que escucho hablar desde que estaba en la facultad, para preguntarme por uno de sus adjuntos que es amigo personal mío. Conocedor de esta circunstancia me preguntaba por él, porque lo considera con mucho potencial, había hecho remodelaciones en el servicio y le veía un poco fuera de lugar y desmotivado. Hemos estado hablando largo y tendido y tengo que reconocer que es una gozada encontrar a gente que después de tanto tiempo en la profesión, siga apostando por el capital humano, se interese de este modo por su equipo e intente mediar por gente en la que cree y por la que lucha.
La historia merece la pena contarla, seguro que tiene final feliz y aunque es un tema un tanto privado, se que este jefe ni por asomo leerá este post y estoy casi seguro que mi amigo tampoco, y si lo lee me da igual porque se lo pienso contar en persona, porque creo que lo tiene que saber y porque creo que le gustará saberlo.
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