Fotograma de la película "Man on wire" |
Si hay una pregunta especialmente difícil y que se repite a menudo en la consulta farmacéutica es ésta: “¿Qué harías tú?”. Quizás porque también nosotros los farmacéuticos somos muy de preguntar a nuestros pacientes (¿qué harías si tuvieras que tomar las pastillas y no estuvieses en casa?, ¿has notado algunas molestia con el tratamiento?, ¿cómo crees que podrías mejorar estos triglicéridos tan altos de la analítica?).
En estos últimos días me han repetido esa misma pregunta en circunstancias muy dispares:
¿Tú tendrías hijos si fueras seropositiva como yo?
¿Le dirías a tu jefe (que te acaba de gritar que está harto de tus enfermedades) que eres portador del VIH y por eso necesitas venir a revisión?
¿Participarías en un ensayo clínico (con un fármaco “me-too” a todas luces) si tu médico te lo propusiera?
¿Cambiarías de tratamiento, aunque esté siendo efectivo, si tuvieras los efectos secundarios que yo tengo?
Algunas veces resulta fácil contestar, pero en la mayoría nos sentimos como al borde de un abismo en el que mantenemos un frágil equilibrio entre lo personal y lo profesional. Y vamos echando mano de aquello que estudiamos, lo que nos enseñaron otros compañeros, nuestra experiencia clínica, la propia historia y la del que nos pregunta…; ofreciendo la máxima sinceridad, el máximo compromiso.
Pero sucede además siempre que la respuesta no es una, sino varias; tantas como personas tenemos al frente, y así vamos desgranando los pros y los contras; y sobretodo escuchamos y dejamos hablar, esperando que nuestros pacientes se vean reflejados en sus palabras y encuentren por sí solos su camino.
La señal de que todo ha ido bien suele estar en la despedida cuando dicen: “ya me voy más tranquilo. Cuando lo piense y decida, te llamo y te cuento…”
- By compi1
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