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Estos días nos encontramos en prensa con la enésima noticia
de reforma sanitaria. Esta vez se trata del copago de fármacos de dispensaciónhospitalaria. Hasta ahora solo queda claro que no se trataría de pacientes
hospitalizados sino ambulantes que recogen la medicación en el hospital. Parece
ser también que no estaríamos hablando de todos los medicamentos, solamente
determinadas patologías que tendrían un máximo de aporte por envase, en torno a
unos 4 euros.
Independiente del vaivén de noticias de afirmación y
negación analicemos de manera simplista la noticia. Para los defensores del
copago en la prestación sanitaria, por ejemplo medicamentos, este busca
fundamentalmente “promover el buen uso” de los servicios sanitarios por parte
del paciente y racionalizar el gasto en sanidad. Esta es la parte bonita claro,
hay quien afirma que es simplemente una herramienta de recaudación.
Ahora analicemos la dispensación hospitalaria en varias
características:
Las Unidades de Atención Farmacéutica de los hospitales
(lugares donde se dispensa la medicación hospitalaria a pacientes ambulatorios)
no tienen ánimo de lucro, por lo que no buscan “vender” más, sino todo lo
contrario, garantizar el uso adecuado de los medicamentos.
La medicación en el hospital es dispensada en caso de ser
tratamientos limitados con el número exacto de envases y en caso de ser crónicos
la dispensación suele ser cada mes, por lo que es muy difícil que el paciente
acumule medicación en casa. En caso de cambios de tratamientos los pacientes
suelen devolver la medicación al hospital.
Como toda nueva medida esta necesitaría una inversión logística
en cuanto al cobro de este copago, difícil de “digerir” por parte de un
organismo no destinado a la recaudación como es un Servicio de Farmacia
Hospitalaria.
En este punto a la pregunta ¿es el copago de
medicamentos hospitalarios una buena medida para promover el buen uso de
medicamentos?. Sinceramente creo que no, a nivel hospitalario las reglas del
juego son otras muy distintas a las de la oficina de farmacia en todos los
sentidos. La medida no aumentaría el “buen uso” de los medicamentos, acarrearía
bastantes problemas organizativos a nivel de la administración y el afán recaudatorio
sería escaso, aunque esto último ya es harina de otro costal.